CONVIERTE TU MENTE
La razón por la que queremos alcanzar un conocimiento más profundo de nuestra mente es para poder entender cómo se crean nuestros pensamientos, y cómo se expresan en palabras y acciones.
Nuestra mente es nuestro mejor amigo si la alimentamos sólo con pensamientos positivos, pero se convierte en nuestro peor enemigo si le permitimos que piense pensamientos negativos o inútiles. La cualidad de este “alimento” depende por completo de nosotros. Aunque las circunstancias exteriores nos influyen fuertemente aún así podemos convertirnos en los maestros de nuestra mente e ir más allá de esa influencia. Nuestro esfuerzo para lograr este estado depende del objetivo que nos hemos fijado para nosotros mismos. Este objetivo elevado
depende de cuánto hayamos entendido los beneficios prácticos de pensar de forma positiva. Sin este reconocimiento básico no nos sentimos motivados para cambiar lo necesario en nosotros mismos.
La mente es probablemente la parte menos comprendida del ser humano, tan poco conocida que le ha sido muy difícil a la gente entender qué es, cómo funciona y sobre todo, cómo controlarla. Es sólo cuando comprendemos cómo funciona algo que podemos tenerlo bajo nuestro control y dominarlo.
Pero en nuestra sociedad, especialmente en el mundo occidental, queremos probar y tener una demostración de todo, y esta actitud hace difícil que la gente pueda entender qué es la mente; ya que, la mente no es algo material que podamos ver, tocar o medir con instrumentos científicos. La mente es algo invisible, pero aún así, sus efectos se pueden ver en nuestra cara, nuestras palabras o en nuestro comportamiento. Si, por ejemplo, nuestros pensamientos son de tristeza, aunque intentemos evitar esa tristeza con una sonrisa artificial, tarde o temprano se hará visible a través de los ojos o de las palabras. La mente es como el viento, invisible, no podemos verlo pero podemos ver sus efectos. Es como los cimientos de una casa, no podemos verlos pero son los responsables de la estabilidad del edificio. O es como las raíces de un árbol, están bajo tierra y no las podemos ver, pero aún así le dan al árbol la fuerza para soportar las tormentas. Algo muy importante que se aplica a muchos aspectos en la vida es:
“Lo invisible determina la cualidad de lo que es visible”. Nuestras palabras y acciones son el espejo de nuestros pensamientos.
Nuestra mente es nuestro mejor amigo si la alimentamos sólo con pensamientos positivos, pero se convierte en nuestro peor enemigo si le permitimos que piense pensamientos negativos o inútiles. La cualidad de este “alimento” depende por completo de nosotros. Aunque las circunstancias exteriores nos influyen fuertemente aún así podemos convertirnos en los maestros de nuestra mente e ir más allá de esa influencia. Nuestro esfuerzo para lograr este estado depende del objetivo que nos hemos fijado para nosotros mismos. Este objetivo elevado
depende de cuánto hayamos entendido los beneficios prácticos de pensar de forma positiva. Sin este reconocimiento básico no nos sentimos motivados para cambiar lo necesario en nosotros mismos.
La mente es probablemente la parte menos comprendida del ser humano, tan poco conocida que le ha sido muy difícil a la gente entender qué es, cómo funciona y sobre todo, cómo controlarla. Es sólo cuando comprendemos cómo funciona algo que podemos tenerlo bajo nuestro control y dominarlo.
Pero en nuestra sociedad, especialmente en el mundo occidental, queremos probar y tener una demostración de todo, y esta actitud hace difícil que la gente pueda entender qué es la mente; ya que, la mente no es algo material que podamos ver, tocar o medir con instrumentos científicos. La mente es algo invisible, pero aún así, sus efectos se pueden ver en nuestra cara, nuestras palabras o en nuestro comportamiento. Si, por ejemplo, nuestros pensamientos son de tristeza, aunque intentemos evitar esa tristeza con una sonrisa artificial, tarde o temprano se hará visible a través de los ojos o de las palabras. La mente es como el viento, invisible, no podemos verlo pero podemos ver sus efectos. Es como los cimientos de una casa, no podemos verlos pero son los responsables de la estabilidad del edificio. O es como las raíces de un árbol, están bajo tierra y no las podemos ver, pero aún así le dan al árbol la fuerza para soportar las tormentas. Algo muy importante que se aplica a muchos aspectos en la vida es:
“Lo invisible determina la cualidad de lo que es visible”. Nuestras palabras y acciones son el espejo de nuestros pensamientos.
Al principio, hablamos de alimento para la mente. De la misma forma que alimentamos a nuestro cuerpo diariamente para que pueda mantenerse sano y fuerte, lo mismo se aplica a la mente. La gente hoy en día pone más atención a tener una dieta sana y equilibrada, pero¿cuántos de ellos ponen la misma atención al alimento de la mente, es decir, a la cualidad de sus pensamientos? Hay dos factores que influyen en nuestra forma de pensar:
1. Todas las influencias externas en nuestra vida diaria, por ejemplo, la gente con la que entramos en contacto, situaciones que debemos afrontar, todo tipo de noticias de la prensa, objetos materiales, etc. Dependiendo del interés o la atención que les demos, de acuerdo a ello es su influencia en nuestra mente.
2. Impresiones de nuestro subconsciente; estas impresiones pueden ser positivas o negativas, las últimas son a menudo debidas a profundos hábitos causados por acontecimientos del pasado, todo lo que está profundamente alojado en el ser.
Con atención y algunas disciplinas, las influencias externas y mis reacciones hacia ellas se pueden cambiar. Por ejemplo, veo que me estoy enfadando debido a lo que alguien me está diciendo y esto está creando pensamientos negativos en mi mente, así que poniendo atención en mí mismo pongo un freno, un punto final para parar la expansión o reacción innecesaria.
Sin embargo, la influencia de los hábitos fuertes o del pasado, profundamente enraizados en la conciencia del ser, son más difíciles de detectar y, por tanto, más difíciles de revisar y de controlar. Pero, sea la influencia del exterior o del interior o de ambos, la respuesta es la misma. En algún lugar en mi interior tengo que tener la capacidad o el poder para filtrar o analizar los patrones o tipos de pensamientos creados, de manera que mis palabras y acciones puedan ser positivas y de beneficio para mí y para los demás.
¿Cuál es esta capacidad, este poder o facilidad para filtrar y analizar? Se llama intelecto. En el ser hay tres facultades que forman la conciencia humana: la mente, el intelecto y las impresiones.
El trabajo de la mente es crear pensamientos, luego éstos se convierten en palabras y acciones.
Las impresiones son características de la personalidad que constantemente alimentan a la mente y determinan la reacción con las influencias exteriores.
Estos rasgos o hábitos trabajan automáticamente. Por ejemplo, si desde pequeño se me ha dicho que no soy bueno, que no valgo, etc. Y esto lo oigo de la familia, en la escuela y en otros lugares, al cabo del tiempo se desarrolla un sentimiento de inferioridad que arraiga profundamente en la personalidad. De hecho se convierte en la personalidad y por eso se dice que esa persona no tiene confianza en sí misma, no tiene autorrespeto, depende de la opinión de los demás, etc.
Cualquier patrón de pensamientos o acciones que se repite por un período de tiempo se convierte en un hábito arraigado o rasgo de la personalidad. Lo mismo se aplica a malos hábitos físicos, tales como fumar, comer sin control, etc.
Así que, ¿cómo revisarse y cambiar? ¿cómo hacer que estas impresiones paren de crear automáticamente patrones de pensamientos y de acciones negativas? La respuesta es utilizar el filtro del intelecto en el ser. Cuando hay el objetivo de cambiar entonces también hay que tener un método. El poder para cambiar, para ser más positivo y mejor, reside en uno mismo no en ningún poder exterior.
El intelecto, cuando está atento, puede desapegarse y observar los hábitos y cómo influyen al ser. Con práctica el intelecto aprende a filtrar lo que es correcto de lo incorrecto e intenta poner sólo los pensamientos correctos en la mente. Es muy importante darse cuenta que tenemos este filtro en nuestro interior que nos permite discernir y tomar decisiones precisas y
beneficiosas.
Sin embargo, a menudo, aunque el intelecto se da cuenta de lo que es correcto e incorrecto, no hay el poder para poner lo correcto en la práctica. Especialmente cuando uno se ha hecho adicto a ciertos hábitos o impresiones subconscientes, es como imposible. Por ejemplo, una persona puede comprender perfectamente que fumar mucho es muy malo para la salud; o que no tener autoconfianza sobre algo influye mucho en el estado mental, sin embargo, no hay el poder para cambiar tales hábitos o patrones de pensamientos.
Ahora bien, necesitamos comprender que hay impresiones positivas en el ser, de la misma forma que están las negativas. Las positivas pueden considerarse como fuentes de energía que son cualidades eternas o poderes que existen en el interior de cada ser humano. Por ejemplo, la paz, la felicidad, la verdad son recursos de energía eterna que la gente no toma constantemente.
Aunque a veces hay la experiencia de paz, amor o felicidad es pocas veces constante, hay muchas interferencias de las impresiones negativas tales como el miedo, dudas, celos, ira, ego, etc. Estas impresiones negativas destruyen o polucionan el libre fluir de las energías positivas y eternas hacia el ser.
El intelecto tiene que trabajar para separar los flujos negativos y positivos que a menudo están mezclados para permitir que sólo los positivos entren en la conciencia. ¿Cómo entrenar al intelecto para hacer esto? ¿Cómo permitir que el flujo positivo entre en la mente y en las acciones? ¿Cómo revisar y transformar los flujos negativos?
Es por esta razón que practicamos los ejercicios de silencio. Los ejercicios de silencio me ayudan a concentrar mi mente e intelecto, ir hacia mi interior hacia las energías positivas y eternas. Con la concentración adecuada de la mente y del intelecto hacia mis fuerzas constructivas interiores de paz, amor y felicidad, puedo hacerme poderoso. Poderoso en el sentido de permanecer positivo frente a situaciones negativas; pacífico cuando todo alrededor mío es caótico, es decir, no ser influenciado negativamente sino influir con mi positividad.
Cuando estoy estable en mi poder interior de paz, entonces puedo dar esto a los demás y
ayudarles a calmarse.
ayudarles a calmarse.
Siempre recordad que el primer paso hacia la paz reside en el interior. Cuando he aprendido el arte de filtrar lo negativo de lo positivo entonces puedo dar verdadera paz y amor a los demás a mí alrededor.
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